Ariana, cara de banana. Silvina, cara de mandarina. Mates, risas, apuntes, charlas, restaurantes, boliches, playa. Tiempo compartido. Qué va, amistad.
Y de repente, a nuestra vida llegó una noticia
esperada: la llegada de Dante. Habíamos crecido. Ya podíamos soñar con una
familia. Y ser, además, comadres. Compartir cada paso de su llegada.
Me contagiaste el gusto por Klimt. ¿Cuántas
veces recrearía con mi príncipe esa imagen?
Dante nació, y recibió infinitos regalos. Yo
los abría feliz. Hasta que un día, no muy lejos de su primer mes de vida, me
topé con la caja. Wow. Klimt. La
colorada. El niño en relieve.
Un objeto que reconocía el cambio, la
posibilidad de atesoramiento.
Una amistad que se transformó, una cantidad enorme
de cosas que habrán sido guardadas temporalmente en ella. Plata, aros, anillos,
llaves, papeles.
Una caja en donde guardar tantos recuerdos, tantos sueños, tantos miedos relacionados a eso que llegó junto con mi hijo: mi maternidad. Y que estará siempre conmigo.
Gracias
Gracias
Qué lindo Sil! Qué bonitas mis amigas! Las quiero!
ResponderEliminarY vos Regi, sos una grosa.
EliminarYa leí muchas veces tu hermoso texto, pero no se me viene nada lúcido para comentar. Es que la hinchazón de pecho es tan grande y la sensación tan placentera, que no vale la pena intentar traducirlo. Te quiero amiga, con todo mi pecho hinchado de orgullo!! Y qué requete buenísimo que tu príncipe sea mi ahijado…ay ay ay. Feliz, feliz, feliz.
ResponderEliminarSon lindas! :)
ResponderEliminar