lunes, 1 de octubre de 2012


La Sombra (por Valeria)
para Catalina
`Libre´, `inocente´, `divertida´,` independiente´, son palabras que me vienen a la cabeza una y otra vez.
Vinimos al campo, estamos en una estancia en Córdoba invitados por amigos, el día no puede ser más encantador.
Estoy sentada en el pasto con mis piernas haciendo un puente y con los pies en la tierra, más en la tierra que nunca.
Corrés por el campo sin dirección, te veo chiquita, sos chiquita, pero los kilómetros de distancia que nos separan hacen que te vea diminuta.
El sol está intenso, creo que tendría que haberte puesto un sombrero, pero no tengo ganas de ir a buscarlo a la casa porque no está demasiado cerca.  Estoy sola, traje el bolso con mate, galletitas y cámara de fotos, pero no lo abro, prefiero seguir observándote en la quietud de esta tarde, no me quiero perder nada.
Corrés sin rumbo, conectás con la naturaleza, pareciera que hablás con ella, acariciás el pasto, te recostás y levantás las piernas como si estuvieras pedaleando en el aire. Se te acerca un perro, calculo que te lamió la cara, te levantás y lo acariciás. Corrés y salta a tu lado, se divierten. El sol hace que tu pelo se vea dorado. No me buscás, te sentís segura. Juntás ramitas, te seguís alejando.
Una sombra acecha sobre mi cabeza y el escenario cambia repentinamente. Miro al cielo y una gran nube elige posarse sobre mí, el viento se puso frío, el pasto parece gris y los árboles no tienen colores intensos. Te busco y no te veo. Mi mirada se inquieta y focalizo a más no poder, no te veo, seguramente estás detrás de un tronco de un frondoso árbol pero no te veo, e inevitablemente no puedo imaginar cómo sería mi vida sin vos, me angustio de pensarlo, trago saliva áspera que me rompe la garganta, sigo sin verte, tomo la decisión de levantarme e ir a tu encuentro.
Y cuando estoy tomando el envión, un fulminante rayo de sol me encandila y todo vuelve a estar como hacía unos segundos, la gran nube se aleja y te re-descubro, en mi horizonte; la calma se apodera de mí.
Nuestra estadía en el paraíso llega a su fin, subimos al auto, tomamos el camino de tierra que nos lleva a la ruta, bajo a abrir la tranquera mientras el auto avanza con mi familia y cuando voy a cerrarla, en medio de un atardecer de película, veo un cartel en el que no había reparado al llegar al campo, seguramente por la ansiedad del viaje, que dice: ¨Bienvenido a la sombra¨.
Me subo al auto, no emito sonido por unos cuantos minutos, no puedo dejar de pensar qué importante fue haber estado en la sombra, aunque sea unos minutos, para saber y sentir que mi vida está rebosante de luz. 



Valeria

1 comentario:

  1. Y el cordón se estira y se estira y ella vuelve... hermoso relato Vale! cada día escribís mejor!

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